Había llegado la hora de la apertura, la buena publicidad y el “boca a boca” hicieron que el lugar se llene, 150 personas estaban esperando la presentación de lo que prometía ser una gran banda de blues.
Unos minutos pasadas las 23, la banda subió al escenario. Y ahí estaba el Tano, con su saxo nuevo, preparado para tocar. Un micrófono adornaba el escenario, ya que ninguno de ellos iba a cantar, y tampoco ninguno presento a la banda.
Tocaron durante horas, ante la mirada del público que no podía creer lo que estaba escuchando. Finalizado el show, Valentino, sin decir absolutamente nada, fue directo hacia el camarín, tomo su saxo viejo y se dirigió al escenario ya vacío, tomo el micrófono y con una voz que hacia notar un nerviosismo enorme, dijo:
-Quiero invitar a subir al escenario a la persona que me cambio la vida, Andrea, ella es la que hizo posible todo esto.
Muy tímidamente subió al escenario durante un cálido aplauso de la gente y tomo lugar en una banqueta al lado del Tano que se preparó para tocar.
-Esta canción es para vos – le dijo al oído en voz baja. Pero dejando que el micrófono amplifique sus palabras.
Y ahí estaba otra vez, esa melodía que los hizo conocerse, la misma que estaba tocando en el centro esa tarde en la que ella lo encontró, pero esta vez, arriba de un escenario como debía ser.
Andrea no pudo contener su emoción y rompió en llanto, pero no por la tristeza, sino que este, era un llanto lleno de felicidad.
Al llegar a la casa, Valentino se sentó en la mesa de la cocina para tomar algo caliente. Andrea se acerco por atrás y tomándolo de los hombros le dijo:
-Pareces cansado
-Realmente estoy destrozado – dijo valentino con una voz que lo único que hacia era confirmar su agotamiento
-¿Como te acordaste la canción del día en que nos conocimos? – dijo Andrea mientras comenzaba a darle un mensaje
-Hay cosas de las que no me puedo olvidar, como de todo lo que hiciste por mí.
Valentino se levanto de la silla donde estaba sentado, se dio vuelta y tomo Andrea de la mano. Se abrazaron y en ese momento solo había algo inevitable, algo que ninguno de los dos pudo detener. Ahí estaban los dos, mirándose, cara a cara, a centímetros del otro, Valentino la tomo de la cara y se unieron en un beso que no era solo eso.
La mañana siguiente, cuando Andrea se despertó, pudo ver a Valentino a su lado, todavía durmiendo y sin hacer el más mínimo ruido, salio de la habitación. Todo transcurría con total normalidad, ella estaba desayunado cuando de golpe el sonido del timbre la sobresaltó.
-Que raro, yo no esperaba a nadie hoy – dijo con un tono de extrañeza.
Se dirigió hacia la puerta, la abrió y ahí estaba el.
Continuara…