El rey del sax (Capitulo II)
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Al bajar del auto, su cara tenía una expresión de sorpresa pocas veces vista.
Ahí estaba la casa, una casona antigua ubicada en el barrio de Palermo, tenía un patio delantero invadido de flores y un gran árbol. Detrás de eso se podía observar la construcción de dos pisos con un techo que hacía notar el paso del tiempo en el.
- Ese árbol de ahí lo plantó mi abuelo – le dijo ella.
- Esta casa… ¿es tuya? – Pregunto el Tano con la voz entrecortada
- Si, cuando mi abuela falleció me la dejo en la herencia.
- ¡Uy! Disculpá…
- No te hagas problema – le dijo tomándolo del hombro – vamos adentro, que te muestro la casa.
Después de una recorrida al inmenso caserón, se sentaron los dos en la cocina a tomar algo caliente.
- No fuimos presentados – dijo ella mientras servia el café
- Mi nombre es Valentino, me dicen Tano, tengo 53 años…
- No pareces un tipo que haya vivido toda su vida en la calle – interrumpió ella.
- No, antes tenía una casa y hasta un auto, ¡Dormía en un somier de dos plazas! – dijo poniendo una expresión de satisfacción en el rostro- Pero perdí todo en una inversión que parecía ser buena y acá me ves, durmiendo en la calle.
- Ahora ya no dormís en la calle – le dijo poniendo una mirada cómplice.
- No puedo quedarme acá mucho tiempo mas, tengo que trabajar para vivir… además, ni siquiera se tu nombre…
- Mi nombre es Andrea y de cómo me vas a ayudar vos a mi vamos a hablar después. ¿Querés bañarte?
- Si – contesto el como un niño al que le ofrecen un dulce
- Bueno, anda para el baño del primer piso. Ahora te llevo unas toallas y tengo un poco de ropa de mi ex que seguro te va a entrar.
Al terminar de bañarse y arreglarse, fue hasta la planta baja donde ella lo estaba esperando con la comida preparada.
- ¿Por qué haces esto por mí? – le preguntó.
- Ya te dije que tanto talento no puede estar viviendo como estabas viviendo vos. Además, voy a necesitar de tu ayuda.
- ¿Qué tipo de ayuda?
- No te preocupes, no es nada raro, ahora come que se te va a enfriar.
- Y… contame algo – dijo mientras probaba la comida – No se… ¿de que trabajas?
- No trabajo, además de la casa, mi abuela me dejo una gran suma de dinero y unas propiedades en San Telmo. Lo cual me hace posible vivir de rentas.
- Cada vez entiendo menos, ¿Para que me necesita una persona que lo tiene todo? ¿Por qué es a mí al que ayudas? – dijo el Tano con la mirada perdida.
- El que me va a ayudar sos vos – le contesto rápidamente Andrea – aparentemente no puedo seguir escondiendo mi proyecto.
- ¿Tu proyecto? - Increpo el Tano, que cada vez entendía menos
- Voy a abrir un bar – dijo ella con un poco de timidez – un bar temático, de blues, para ser mas precisa, y quiero que vos toques en vivo.
- Pero… - dijo él, sin poder decir más porque ella lo interrumpió.
- No voy a aceptar un “no” como respuesta, ya tengo todo casi listo, solo me falta un genio como vos.
- ¿Yo solo? – dijo tartamudeando - ¿Tocando para tanta gente?
- No, solo no… tengo unos amigos que tienen un grupo de blues, pero no encontraban saxofonista. Es instrumental, y la verdad que son muy buenos tocando, al igual que vos…Vení conmigo – dijo ella mientras se iba a una habitación que no le había mostrado.
Andrea abrió una puerta y Valentino no podía creer lo que estaba viendo, una sala de aproximadamente de 4 metros cuadrados llena de cuadros con fotos de gente conocida en el ambiente del blues. Todas las fotos tenían la misma particularidad, un señor desconocido al lado de cada músico.
- ¿Ese señor quien es? - Pregunto Valentino con un poco de timidez.
- El era mi abuelo – dijo ella con los ojos llorosos y la voz entrecortada – Es por el que quiero abrir el bar, fue el sueño que tuvo toda su vida. – dijo, para luego romper en llanto
Él, sin saber que hacer, la abrazo. Luego de unos minutos, ella se seco sus lágrimas y mirando a Valentino le dijo.
- ¿Tocarías para mí?
- Por supuesto – dijo con seguridad, mientras tomaba su saxofón
Continuara…
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